Los bosques tienen un espacio de recuerdo y memoria en nuestras vidas aunque no hayamos estado nunca en alguno de ellos. A través de los elementos materiales e inmateriales que rodean nuestras vidas existe memoria de ellos y de lo que representan, a poco que reflexionemos un poco en ello.
Desde el lenguaje del canto de las aves, el rumor de las aguas y de las hojas hasta chiflos y chirulas hechas de madera, nos recuerdan la fronda, el bosque. Nuestro lenguaje tiene un origen en el silencio del bosque: primero mímico de sus sonidos y después mimético del canto de las aves hasta que nos convertimos en "chifladors". La caza en el bosque nos obligó en el pasado a interactuar en ese espacio sin violar sus reglas, para poder obtener sus bienes y frutos.
Cuando teníamos frío, alla en el paleolítico, y salíamos de las cuevas a cazar en el invierno para volver pronto a la calor del fuego quemando leña hasta el día de hoy, es con permiso del bosque...
Cuando salimos del bosque porque ya sabíamos domesticar animales y aprendimos a ser pastores, tuvimos que desbrozar y abatir árboles con el fin de hacer claros y que nuestros ganados pastaran para lograr que sus vidas mantuvieran las nuestras, fue con permiso del bosque...
A partir de ser pastores y consultar el cielo nocturno nos creímos más independientes, móviles, y el hambre nos la quitábamos con la habilidad de nuestro primer oficio, pero seguía siendo todo con permiso del bosque. Porque el bosque es el sistema vivo de mayor elongación y transformación ecológica que existe. Hasta una puerto de montaña, una estiva, un praderío de soto o vega, un pastizal o un prado, un páramo y una dehesa son o forman parte de la escala del sistema mencionado, tienen resiliencia, tienen todavía memoria del bosque...
Cuando éramos pastores nos abrimos al mundo y nos organizamos. Era nuestro primer oficio y establecimos jerarquías por el conocimiento: responsabilidad y habilidades. Era una estructura de orden muy organizada, una cofradía, pero que surgió ya tiempo antes con la caza dentro del bosque...
La jerarquía y el orden desde las sociedades primitivas hasta las antiguas civilizaciones estaban representadas por una mujer u hombre, el jefe/a, el rey/na, pero se le reconocía por el bastón de mando, por el cetro, por el gnomon o guía que se cortó y talló de un "árbol sagrado" para ordenar y marcar, buscar, representar el centro y mando, el tótem, el oráculo que proviene del bosque...
Nuestras celebraciones y fiestas, ritos de paso, se realizaban con músicas de instrumentos, más o menos evolucionados, que junto con los cantos y chiflos provenían del bosque, son la memoria de cuando salimos del bosque...
Todos nuestros atelajes y utillajes de entonces, las habilidades que después dieron los oficios y de estos a la denominada "tecnología popular" de las sociedades tradicionales hasta hoy, es gracias al bosque...
Todos los tratos con la tierra: los cultivos, cosechas, podas e injertos, abonados y enmiendas... vinos y mieles...; el paraje, el boscaje, las distintas formas del paisaje según la tierra y el paisanaje, son la identidad y cultura que nos legó un viejo "contrato" con la tierra. Con nuestra tierra que, ya de antes, había otro "contrato" con su antiguo bosque...
De todos los "contratos" que hemos realizado con la tierra su mayor problema es el engaño a que la sometemos para restar de su memoria que en el pasado mantuvo y sostuvo un gran bosque...
Todos los remedios, filtros, medicamentos, principios activos, curaciones de males del cuerpo y del alma se obtienen del bosque, los sanatorios están en el bosque...
Ves y anda hacia ti, hacia tu recuerdo y memoria..., hacia tu ancestro. Donde tu vértigo y miedo a la caída, aún hoy, ansía agarrar rápido la rama de un árbol. Un árbol del bosque donde tu estuviste, tu bosque...
Bosque de Astés, Gavín
Queremos desde aquí dar un aliento a todas aquellas iniciativas que tengan relación con los bosques: su mejora, aprovechamiento, ordenación y gestión. Donde destaque en los proyectos primero los valores de origen, culturales, y después los económicos sin detrimento de estos últimos. Además, para garantizar una mejor gestión continuada y ofrecer un legado perdurable a las nuevas generaciones. Y, por fin, para lograr la restauración de la identidad de los pueblos y gentes con sus bosques, porque en ello está la identidad de Europa.
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