Tras la última etapa de la glaciación Würm IV, el clima fue templando el ambiente durante el Paleolítico Superior y aumentando la temperatura en las épocas boreal - atlánticas extendidas entre el Epipaleolítico(1) medio y final (Mesolítico), ofreciendo superficies de terreno feraces para los bosques, sotos, galerías fluviales y grandes landas o llanuras bajas a la vez que los hielos se retiraban hacia el norte. Así, durante el Paleolítico Superior - Epipaleolítico, fueron surgiendo las culturas hiperbóreas a partir de migraciones humanas tras las manadas de animales de gran volúmen (bisontes, uros, alces, renos y ciervos gigantes, etc) de las que dependían para sobrevivir. Pero, a la vez que este cambio de clima y entorno se produce, detrás de las especies que migran hacia el norte llegan otras que ocupan su territorio. Son especies que vienen del mediterráneo peninsular y de África por el "istmo de Gibraltar," pero de menor volúmen corporal como son gacelas, antílopes, corzos, ciervos, bóvidos, encebros, cabras, jabalies, etc. Que llegan por el avance del desierto del Sahara desde el cinturón del Sahel, debido a los cambios climáticos que se están obrando. A medida que el clima cambia durante el epipaleolítico, se deshielan importantes masas glaciales que provocan una subida rápida del nivel del mar cubriendo el citado istmo de Gibraltar e impidiendo ya la conexión continental con África. De la misma forma, grandes extensiones de terreno como las landas de Aquitania fueron anegadas por el mar resultando imposible el uso de sus pastos para las manadas silvestres. Estas, también habían cambiado de especies de menos masa corporal, que migraban por las campiñas y gaves de alrededor y se desenvolvian con los escasos pastos de abiertos y claros en el Pirineo. A partir de ahora, toda la evolución de las razas de cuadrúpedos se producirá en el recinto peninsular.
En el Epipaleolítico los grupos humanos sufren un cambio de la realidad del entorno adaptandose a una diversificación de los métodos de caza como de las piezas a cazar (especialización en microlíticos) y a cubrir para ello grandes espacios de territorio. La vida se desarrolla más a la intemperie que en la cueva como fué en pleno Paleolítico. Esto genera un tipo de vida más activa, movida y "estresante", de simplificación de medios que se verá también en el arte. Aún se vivía en abrigos (campamentos base) pero se empiezan a desplazar en campamentos itinerantes detrás de las manadas silvestres en sus rutas migratorias. En alguno de estos campamentos itinerantes se ha encontrado el esqueleto de un perro en el solar de argamasa de una cabaña.
La cultura propia que se desarrolla en el epipaleolítico es la aziliense que se extiende entre el Pirineo y Cordillera Cantábrica. Cultura que se identificó y denominó en las estribaciones del Pirineo francés (Mas d'Azil) y que definió una manera de hacer y vivir en ambas cordilleras. No dejó restos artísticos tan deslumbrantes como el Magdaleniense, pero arrastró un encanto de sus formas naturales en variadas de sus muestras de carácter figurativo de la fase clásica o reciente. En general su arte se estilizó mucho hasta el "abstracto" - en cantos rodados, astas, hueso y en paredes (esquemático)- en la fase antigua debido, más que nada, al cambio repentino de forma de vida en un clima más cálido pero cambiante y de un entorno mucho más amplio y extenso para cazar y recolectar. Su arte es un arte en continuo movimiento, muy activo y diverso en tareas y trabajos, a punto de "hacer siempre algo" a diferencia del estático y frío Paleolítico en la cueva.
El origen del paisaje, la domesticación de animales y la agricultura fueron de la mano mucho antes de entrar en el Neolítico y practicar el "sedentarismo definitivo". Este consistió en fijar poblaciones humanas más o menos estables en el territorio dependientes de la cria de animales, pesca y de cultivos de cereales, textiles y hortícolas. La domesticación llegó a su cenit surgiendo variedades seleccionadas a partir de entonces. Mientras tanto, la caza fué quedando relegada a la mera suficiencia frente a sistemas más diversificados y laboriosos de producción que requerían más ocupación de tiempo.
En el caso de la ganadería y cría de animales se había logrado domesticar bastantes especies - durante el Epipaleolítico Medio,- gracias a la ayuda de los cánidos que fueron los primeros y únicos en "estrechar lazos" y crear sinergias con los humanos. Se fueron especializando en la caza de animales silvestres y, con la ayuda del hombre, en el trato y conducción de rebaños, sobre todo ovi-cápridos. Así, pudieron mantener reunidas bastantes cabezas de ganado para poder estabularlas con cercas y bances junto y alrededor de los poblados, como medida de protección y alerta, y realizar con su ayuda los largos recorridos de trashumancia entre las tierras bajas y las montañas.
Los establecimientos humanos en el territorio pirenaico no se diferenciaban mucho de otras orografías similares. Se asentaban de forma permanente en covachos o abrigos orientados al sur, protegidos de los vientos del norte y del asalto de animales silvestres. Estos asentamientos se encontraban principalmente en los territorios de las sierras intermedias entre el llano y plena montaña. Justo entre dos territorios que le eran propicios para "correr" el ganado según la estación anual, y justo en mitad de dos unidades geográficas afines desde tiempos remotos ("in memoriam" la cueva de Chaves), con un clima menos extremo y próximos a las cabañeras o vias pecuarias que ya recorrieron sus ancestros cazadores-recolectores detrás de manadas salvajes.
En el Neolítico ya eran pastores avezados en las lides del ganado y tenían sus jerarquías, rangos y ritos sociales basados en dicha especialización u oficio que, ya entonces, era dedicación exclusiva de unas cuadrillas de hombres dentro del estamento tribal que iban a estar el resto de su vida conduciendo el rebaño con sus perros lejos del covacho permanente. Sólo estarían en los intervalos de paso, en trashumancia entre primavera-verano y verano-otoño. El resto era andar por las cabañeras de "a sieso" en "a sieso"(2) -paradas ("cortillas") o sesteaderos- situados donde siempre corría algo de agua en arroyos, manantiales, charcas -lacunas- y freáticos que ofrecian frescor al ganado. Estos descansaderos, que hemos heredado y olvidado, eran sumamente importantes para el ganado y para los pastores. Eran sus "oasis". Así, los rebaños "tomaban las aguas" a medida que ascendían o descendían de la montaña, de más duras a más blandas y viceversa. Las aguas según su grado de mineralización, oxigenación y temperatura, ayudan a la transformación de la flora intestinal (levaduras, encimas y bacterias ) y mediante el tipo de hierbas que se pacen el aparato digestivo se adapta al estado y naturaleza de los pastos de la estación anual y del territorio que se corre.
De otro lado, el perro (3) lideró con las capacidades humanas, la apuesta por domeñar variados y distintos tipos de ganado, especializandose y seleccionandose con el tiempo para cada uno de ellos, convirtiendose así en perros pastores. Este animal es figura clave en el logro de la domesticación, estabulación y conducción de las especies ganaderas y de la protección de los asentamientos humanos antes de su domesticación propiamente dicha. Además hay estaciones arqueológicas como las Azilienses del sur de Francia y en Star Carr en Inglaterra donde aparece el perro cohabitando con el hombre 7.500 años a.d.C. En esta época del Epipaleolítico se confirma la filiación de intereses mutuos y del uso que el hombre sacaba provecho, en sus migraciones tras los rebaños silvestres, para la caza y más tarde domesticación de ovi-cápridos y bóvidos. Crearon sinergias a cambio de comida en invierno, por ejemplo, estando durante mucho tiempo en alerta y dependiente con la curiosidad de los movimientos que realizaban los humanos, sometiendose con el tiempo al dictado del hombre, a sus trabajos y necesidades.
El perro fué, a proposito del hombre y junto a él, un miembro de primer orden en la creación del paisaje en el Pirineo por sus habilidades pecuarias y trabajo abnegado sin fisuras para con sus clientes (amos), en el servicio de manejar, conducir y asistir (vigilar) los rebaños.
Por último, el fuego. Elemento primordial en los cambios provocados en el hombre mediante su uso, que alteraron su medio y "calidad de vida": desde la iluminación hasta la transformación de los alimentos y desde el calor en el covacho o abrigo hasta el templado, secado y tersado de pieles, endurecimiento de las puntas de flecha de madera, cerámica, etc...Dominado el fuego posiblemente a partir del Paleolítico Medio en que la dificultad de traslado forzó las tecnologías para provocarlo mediante percusión y rozamiento, en el Epipaleolítico era ya un elemento consustancial en la vida de los grupos humanos, donde ya se producían antorchas de grasa animal y se mantenía el fuego (4) con carbón vegetal para braseros de calor y su propio mantenimiento y traslado de un lugar a otro.
Entre el Epipaleolítico y principios del Neolítico el fuego se empezó a utilizar como desbrozador y limpiador de restos de cosechas en campos de cultivo de cereales, textiles y pastos a diente para mantenimiento del ganado, próximos a los asentamientos humanos.
En el Neolítico los excedentes de producción eran pauta normal de intercambio y trueque entre comunidades humanas: se intercambia con aquello que se carece o no se produce en la comunidad pero es necesario. En esta línea a mayor capacidad de comercio -trueque- mayor producción -de excedentes- y adquisición de productos que ya no son tan necesarios o de primera mano y surge, en precario, la "economia de mercado" en un estadio de las sociedades humanas de crecimiento continuado y capacidad de adquisición de productos. Y así, surgen las primeras civilizaciones en distintas áreas geográficas y casi de vez, que generan repentinas y fuertes demandas de productos de orígenes muy alejados.
Lo anterior influye también en el ámbito de la producción ganadera con fines de intercambio y comercio, por tanto, de producción de excedentes para ese fin y poder tener mayores niveles de autonomía económica, incluso para adquirir otros productos que aportan mejoras para el nivel de vida. Este régimen económico se ha seguido viendo hasta hace unos años atrás en casi todo el Pirineo.
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Estas quemas o incendios, más o menos controlados, se realizaban a la salida del invierno durante años sucesivos para que la competencia del corte a diente por el ganado los pastos fueran fortaleciendose y extendiendose evitando la erosión. Las cenizas y carbones por su riqueza en fósforo y potásio eran el mejor abono para su enraizamiento, consolidación, reproducción y expansión.
A partir del Neolítico el Pirineo fué una pira constante de humareda en sus montes a la entrada y salida de los inviernos para conseguir pastos y quemando los restos de madera en "teleras y telerías". Más tarde, el geografo Estrabón, III,2,9, dejó escrito esta observación por una leyenda sobre el incendio por los pastores de los bosques del Pirineo que parece proviene de Poseidonio...También en la "Ora marítima" de Avieno, 472-562, hay referencias a Pyrene...
Notas:
1.Los términos Epipaleolítico ("más allá del paleolítico") y Mesolítico ("piedra media") son, especialmente el segundo, fruto de una terminología evolutiva, existente desde los origenes de la investigación histórica y acuñada para estos términos por G. Clark y H. Obermaier, que pretendía encontrar una fase intermedia entre el paleolítico (sociedades de cazadores-recolectores) y del neolítico (sociedades de agricultores-ganaderos). Cronológicamente se extenderían entre el 10.000 y 3.500.
El término Mesolítico de utilización más antigua, aludía a aquellas culturas cuyas sociedades habían empezado a utilizar sistemas de obtención de alimentos a modo de transición hacia el Neolítico y hacia la plena actividad agrícola.
El término Epipaleolítico, de utilización más reciente y admitida, alude a aquellas culturas en cuyas sociedades pervivían formas propias del Paleolítico (caza y recolección de frutos silvestres).
Ante dicha división terminológica, en rigor, sólo puede hablarse de Mesolítico en aquellas regiones en que se origina el Neolítico propiamente dicho, esto es, en el denominado Creciente fértil, es decir, en Oriente Próximo.
2. Sieso o (L)'asieso es un topónimo que hace referencia ancestral a su función de sesteadero o descansadero de ganado donde hay -o había- agua, balsas y majada amplia, fresca y verde para solaz de los rebaños en trashumancia. Solían coincidir en puntos donde el ganado se dividía para distintos destinos, esto es, en cruces de reparto de los rebaños. En estos puntos los rebaños se descansaban varios días para recuperar fuerzas y así proseguir su camino hacia los pastos de montaña y/o se partían los rebaños de las casas de los pueblos próximos. Así, por ejemplo, tenemos Sieso de Huesca donde sesteaban los ganados que subían a Guara- Arangol por Sta. Cilia de Panzano y sorteando el collado de Punta Vallemona llegar a Cupierlo y Fenales; también, el pueblo de Lasieso que sería un gran partidor de rebaños para las áreas de la Galliguera y Guarguera (para aprovechar los pastos de primavera y "aborrales" de otoño antes de salir a tierra baja); además, Sieso de Jaca que repartía por Campo de Ara y Sodoruel...; y, por fin, en los piés de los valles orientados al sur de las sierras interiores del pirineo como Asieso junto a Jaca y el río Aragón, para los ganados que ascendían a los pastos de Astún y Candanchú, Riosetas y Canal Roya, como al valle de Aspe ya en Francia...o L'asieso en el término de Biescas ,en la hoz de entrada al Bco. de Loba, al este de Santa Elena. Importante área de descanso para el ganado desde hace milenios, donde se celebraban ritos de paso desde época ancestral para preparar a los ganados a los verdes y fuertes pastos de los puertos del Valle de Tena, Ossau y Marcadau.
3. Un gran número de paleontólogos coinciden como el antepasado del perro al Cynodictis que vivió entre sesenta y cuarenta millones de años en Europa y Asia. En el continente americano aparece hace unos veinticinco millones de años una forma más evolucionada denominado Pseudocynodictis estrechamente emparentado con el Cynodictis europeo.
Cynodictis
Al Canis Familiaris Putjani, primera raza conocida, le sigue otro perro, el Canis Familiaris Palustris, llamado de las turberas.Este perro tenía un comportamiento activo, alerta y a veces agresivo, entonces se convertía en un excelente ayudante en la cacería y en la guarda de los asentamientos, este animal ya está presente dos mil años antes de la primera gran civilización egipcia y se distribuirá en la tierra hacia cuatro destinos.
Hacia el Este (Rusia, Europa Central y Asia), el Sudeste (Oriente Medio), el Oeste (Islas Británicas) y el Sur (España), en este país actualmente se puede encontrar un perro con características similares.
De España pasa a África de Norte donde los cánidos no existían.
En Alemania Occidental se encuentran frescos rupestres que muestran un perro tipo spitz, de orejas erectas y cola enrollada sobre la espalda que sin duda se trata de un perro de las turberas.
Edad del bronce: cuatro tipos. En esta etapa de la civilización aparece el Canis Familiaris Inostranzewi , ancestro de los molosos, del dogo del Tibet, del perro de los Pirineos, del Terranova y de todos los perros pastores.
En esta edad también surge el Canis Familiaris Metris Optimae , este cánido acompañaba a los asiáticos artesanos forjadores y fundidores que introducían en Europa sus utensilios y armas de metal.
Animal respetado porque se lo reconoce como antepasado del pastor persa, el pastor alemán y de otros perros pastores, el Metris Optimae se parecía bastante al perro salvaje australiano conocido como dingo.
El Canis Familiaris Intermedius se identifica con el fin del período prehistórico. Se cree que se cruzó con el perro de las turberas y el lobo lo que estarían expresados en su descendencia en los perros de trineo como el samoyedo con la cola enrollada sobre la espalda del spitz y los ojos del lobo.
Con el Canis Familiaris Leineri se manifiesta un animal refinado de origen desconocido que es el lebrel que algunos naturalistas han admitido la posibilidad que podría haber sido engendrado por el cruce de perros y chacales.
Con el Canis Familiaris Leineri se manifiesta un animal refinado de origen desconocido que es el lebrel que algunos naturalistas han admitido la posibilidad que podría haber sido engendrado por el cruce de perros y chacales.
Autor: MV Enrique L. Fernández De Vanna
* Enciclopedia Canina: Ediciones Anessa/Rizzoli. Italia.
* Enciclopedia del Perro: CDware Multimedia. España.
* Enciclopedia del Perro: Ediciones Urmo S.A. España.
* Enciclopedia del Perro: Ediciones Urmo S.A. España.
Rebaño conducido por perros pastores.Cueva del Tajo,
Benalup-Casas Viejas.Cadiz
4. El fuego estaba asignado a la mujer para su cuidado y mantenimiento desde época prehistórica, como elemento sagrado, tanto en la cueva o abrigo como en las primeras manifestaciones religiosas a los dioses. Tanto es así, que en época de Roma eran mujeres las encargadas de este oficio -las Vestales- de no dejar apagar el fuego sagrado en el templo de Vesta, bajo pena de ser "apaleadas o enterradas vivas".
5. Es muy posible que el topónimo "Telera", el principal pico de la Partacua, en el Valle de Tena y "Telerías" en Javierre del Obispo provengan de las quemas de escorias y restos vegetales después del incendio de los bosques para pastos, y el carboneo para defesar el monte, respectivamente. Se utiliza a nivel popular la misma palabra para designar a los montones o piras de calcinación de mineral humeante e incandescente que se amontonaba al exterior, de la extracción del cobre, plata y oro en las minas de Río Tinto en Huelva (Turdetania). En el Dicc. de María Moliner y Joan Coromines se da también la acepción de redil o corral de postes o estacas derechas clavadas en tierra a modo de empalizada. Nos inclinamos por la relación de la primera acepción porque es más antigua (prerromana)y justifica mejor los resultados de su aplicación a partir de la raiz tell: montón, amontonamiento, túmulo...como posiblemente Teleno, en el sur de la Maragatería en León.
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